Llevo
algún tiempo escribiendo en este blog sobre la conveniencia de convocar una
Asamblea Nacional Constituyente ante la actual situación de crisis política y
económica que sufre nuestro país, que no es coyuntural, sino que es el
resultado de un proceso de transformación de la democracia en dictadura, de
inestabilidad institucional, de degradación moral y de erosión de la economía,
impulsado por el gobierno chavista desde su instalación en el poder, mediante
la paulatina toma y control de todas las ramas del Poder Público, su perpetuo
tono de agresiva confrontación y enemistad social, y sus ataques al sector
privado, que han aniquilado la capacidad productiva nacional. Creo que estamos
presenciando el fin de un período de nuestra historia, el sistema que los
chavistas se han encargado de construir en quince años enfrenta su inminente
desmoronamiento, y es que construyeron un monstruo que está sobrecargado de
poder y que caerá por su propio peso. Y no implosionará precisamente,
este Leviatán explotará sobre todos nosotros, por lo que somos nosotros
-quienes sufriremos sus consecuencias- quienes debemos pararlo antes de que
haga más daño.
El
reconocido jurista Allan Brewer-Carías delimitó 4 grandes períodos en la
historia política venezolana: el del Estado Independiente y Autónomo
(1811-1863), el del Estado Federal (1864-1901), el del Estado Centralizado
autocrático (1901-1945), y el del Estado Democrático Centralizado de Partidos
(1945-1999), todos los cuales iniciaron con Congresos Constituyentes encargados
de redactar nuevas Cartas Magnas, entraron en crisis, y -con excepción del
último-, terminaron con hechos de violencia armada (Brewer-Carías, Allan R.: Poder Constituyente Originario y
Asamblea Nacional Constituyente, 1999. Editorial Jurídica Venezolana, Caracas.
Pp. 15,16,17). Ese último período tuvo un final inédito, y es que fue una
elección democrática, y no una guerra, revolución armada o Golpe de Estado la
que le dio la estocada fatal (a pesar de que el ganador de dichas elecciones lo
había previamente querido terminar a la antigua, es decir, intentando un
golpe).
Viendo
que tocaba la reestructuración del sistema, Brewer tuvo las esperanzas de que
por fin se instituyera en Venezuela el Estado Democrático Descentralizado y
Participativo que tanto hacía falta. Pero como todos sabemos, ese no fue el
caso. En su lugar, y a pesar de que la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela la consagró como un Estado Democrático y Social de Derecho y de
Justicia, que además sería "federal y descentralizado" (en otra
ocasión explicaré estas comillas), el quinto gran período de la historia
política patria terminó lamentablemente siendo una regresión al viejo Estado
Centralizado autocrático, con la añadidura de que el sistema político-económico
predilecto del gobierno es el socialismo.
Es
a esa quinta gran era de la historia venezolana, la de los chavistas, una de
las más infames, a la que le está llegando la hora de expirar. Entró en crisis
con la muerte de su gran y único líder, el tirano Chávez, y nosotros, todos los
ciudadanos venezolanos, tenemos el poder, la capacidad, y la soberanía para por
fin terminarla y darle génesis al sexto -y esperemos que duradero, estable y
fructífero- período de Venezuela, uno que debería ser, bajo mi óptica, de un
Estado Federal Democrático.
José Alberto Vargas
La Roche.
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