3 rectores
principales y 6 suplentes del monstruoso y grotesco apéndice del gobierno al
que llamamos Consejo Nacional Electoral (CNE), tienen sus períodos vencidos. La
renovación de esos cargos que le corresponde hacer a la Asamblea Nacional (AN)
es probablemente uno de los acontecimientos políticos de mayor relevancia en
este año, ya que del nombramiento de rectores imparciales y el consecuente
equilibrio de fuerzas que por ello se lograría en el máximo órgano electoral
-lo que permitiría que la ciudadanía recuperase su confianza en este árbitro-,
depende el rescate y la viabilidad de la opción electoral para salir de esta
dictadura; mientras que gran parte de la supervivencia de ésta pasa por lograr
ratificar el carácter chavista de los rectores. Ante esta vital decisión que
tomará la AN, la sociedad civil y la propia oposición se han mostrado muy
tranquilas y poco firmes, y en el caso de esta última, hasta entreguista.
Básicamente
esto es lo que ha pasado en ese proceso de designación, y lo que claramente
pasará, dado el control total que ejerce el chavismo sobre el Estado
venezolano:
1-. El
Comité de Postulaciones Electorales, encargado de recibir éstas y preparar la lista
de los candidatos elegibles a rectores del CNE, está conformado por 11
diputados y 10 representantes de la sociedad. De los diputados 6 son chavistas
y 5 opositores; mientras que los 10 representantes de la sociedad ya fueron
designados por la AN, 6 de los cuales son chavistas (esto con la cómplice
anuencia de la bancada opositora), lo que viola los principios de
despartidización e imparcialidad de los órganos electorales (artículo 294 de la
Constitución).
2-. El
Comité va a recibir las postulaciones a rectores del CNE, y gracias a su
mayoría chavista, va a poder presentar a la AN listas de elegibles
predominantemente chavistas.
3-. En la
AN, al no tener ni chavismo ni oposición mayoría calificada, no se logrará el
voto favorable de las dos terceras partes de los diputados, necesarios para
designar a los rectores del CNE que corresponden (arts. 296 de la Constitución,
2do aparte, y 8 Ley Orgánica del Poder Electoral), por lo que el proceso de
designación quedará trancado, permitiendo así que...
4-. ...algún
loco comprometido con el proceso revolucionario introduzca ante la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) una acción de
inconstitucionalidad por omisión legislativa de la AN con respecto a su
obligación constitucional de elegir a los rectores del CNE (art. 336, ordinal
7mo de la Constitución y 25, ordinal 7mo de la Ley Orgánica del Tribunal
Supremo de Justicia), permitiéndole entonces al TSJ establecer los lineamientos
o las medidas para la corrección de la omisión de la AN, lo que en la realidad
se traducirá en que el TSJ, también controlado completamente por el
oficialismo, se extralimitará de sus atribuciones y designará por su cuenta a
los rectores del CNE, usurpando así las funciones de la AN, como ya hizo en el
año 2003, asegurándose por supuesto de colocar en esos cargos a camaradas
rodilla en tierra con la revolución.
Como
pueden darse cuenta, no hay manera efectiva de que se logre recomponer
adecuadamente el máximo órgano electoral, para garantizar la transparencia de
los procesos electorales y la desvinculación partidista de sus rectores. El
chavismo lo tiene todo controlado. Aún así, ¿todavía creen factible rescatar al
país de este desastre ganando las elecciones parlamentarias de 2015, convocando
a una Asamblea Nacional Constituyente, o realizando un referendo revocatorio en
2016? Quienes crean que sí, o viven en un sueño o se están prestando al juego
de la dictadura. Con un árbitro corrompido y sin opción de purificarlo, no hay
forma de ganar más diputados a la AN, ni más diputados constituyentes, ni de
revocarle el mandato a Maduro, pero sí hay muchas posibilidades de que el
oficialismo retome el control total de la AN o produzca una nueva Constitución
enteramente socialista.
El que
tenga ojos que vea: la vía electoral está muerta, a menos que la oposición
tenga suficientes guáramo y voluntad política para prestarle más atención al
proceso de designación de los rectores, para no pactar con el gobierno, y
evitar, de alguna forma, la catástrofe.
José
Alberto Vargas La Roche.
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